1.12.11

¡No tengo un instrumento!

Es increíble la cantidad de veces que he escuchado a un niño decir eso.
Durante años la Educación Musical en muchas escuelas ha estado limitada por la falta de instrumentos, motivo que servía de excusa para las "malas clases" y los "malos resultados".

Es muy común ver que las clases de música "empiezan" con percusión (es muy común ver a los más pequeñitos tocando tambores, panderetas, maracas, etc.), pero conforme se va avanzando, se le da más énfasis a los instrumentos melódicos. Sin embargo, existen muchas técnicas interesantísimas para trabajar percusión en un nivel "más alto", con niñ@s y jóvenes, y sin la necesidad de un instrumento en particular.




La valoración del cuerpo propio como instrumento musical no es una idea reciente. El cuerpo ha sido la principal fuente de sonidos desde la prehistoria, sean golpes, gritos, aplausos, zapateos, chasquidos, silbidos, entre otros.

Basándose en esta riqueza sonora, se crean diversas técnicas para desarrollar el sentido rítmico, melódico y hasta armónico usando sólo el cuerpo. Algunos exponentes importantes de éstas son el grupo musical "Barbatuques", y el taller musical "Lenga la Lenga", ambos del Brasil.

A este increíble instrumento musical -porque viéndolo de este modo, es imposible decir que el cuerpo no lo es- le siguen muy de cerca otros diversos materiales que, si no se tienen a la mano, son muy fáciles de conseguir.



Y como ven, hay mil y una propuestas innovadoras para trabajar percusión DIVERTIDAS, INTERESANTES y ECONÓMICAS.

Ojalá en un futuro muy cercano, no volvamos a escuchar nunca más el terrible "¡No tengo un instrumento!"